Hotel Balneario Fuentes del Trampal

Fuimos con el INSERSO. Aunque al final la experiencia fue buena porque el entorno es espectacular y el equipo de mujeres que trabaja allí se desvive hasta la extenuación por que todo funcione, es un lugar con muchas deficiencias. Necesita un lavado de cara integral comenzando por una simple mano de pintura. Además, desde el momento del checking en la recepción donde los responsables no son especialmente amables ya empiezas a tener la impresión de que tratan de recordarte que con lo que has pagado (en el Plan de Termalismo Social) no puedes exigir gran cosa. La “gran cosa”, a modo solo de ejemplo: las mesas en el comedor son de 4 y se comparten, sólo puede haber una botella de vino por mesa, de forma que si tu quieres tinto y la otra pareja prefiere el blanco, no hay forma de cambiarlo por “órdenes de la dirección”. La comida es sencilla, pero casera, buena y variada. Las instalaciones de los baños propiamente dichos son correctas y atendidas por las mismas camareras que sirven el comedor, hacen las habitaciones y todo en general. Ante la dejadez de los propietarios, me pregunto si el balneario no estaría en mejores manos si fuera una cooperativa gestionada directamente por los trabajadores.

Un hotel con muy buena relación calidad precio, con un personal muy atento y agradable me trataron muy muy bien, el sitio esta apartado al lado de un pueblo llamado Carmonita y a 33 km de Mérida y 44 de Cáceres no use el balneario pero me lo enseñaron la próxima que vaya lo probare tenia muy buna pinta

Gran falta de inversión en cualquiera de los aspectos. Empezando por los albornoces que ofrecen en alquiler, siguiendo por el servicio de lencería en general y acabando por la totalidad de las instalaciones; se nota la falta de profesionalidad y la poca empatía que tiene la propiedad o gerencia del hotel para con los huéspedes. Lo único que se salva es el personal que hace lo que puede con las pocas herramientas que les proporcionan. Son tantos y tan largos los malos "detalles" que prefiero no enumerarlos. En definitiva, una mala experiencia. Para no volver.