El Montero

De esas recomendaciones que no quieres hacer por egoísmo, con la única idea que no se masifique, pero la haces por justicia con sus promotores, Lali y Carlos. Al llegar encuentras un parking lo suficientemente amplio como para no tener ningún problema en aparcar dentro del hotel. En la planta baja se encuentra una barra de bar que hace las veces de recepción y un sin fin -no me dio tiempo a contarlos- de rincones decorados con mucho gusto, sofás apetecibles como para tirarte toda la tarde con un libro o disfrutando con los amigos. En esta planta encontrarás un comedor donde podrás desayunar a diario y donde encontrarás dulce y salado a partes iguales. Las habitaciones -standard la mía- son amplias, con sanitarios en perfecto estado de revista, buena ducha. Las habitaciones cuentan con una galería acristalada, una especie de balcón cerrado típico de la zona, de unos 5x 2 metros, equipados con dos hamacas con su plaid por si te quieres sentar a ver nevar. Todo el complejo está recién renovado, a estrenar. Pero lo que realmente hace muy cálida la estancia es el trato de Lali y Carlos, a quienes desde aquí les agradezco su amabilidad y ganas de agradar en todo. Volveré, sin duda.