Hotel Poblado Kimal

El Poblado de Kimal queda a pasos de la calle Caracoles, un lugar seguro a 3 cuadras de la plaza y cercano a restaurantes, farmacia y comercio. Por lo mismo, en la noche entre 20:30 y 23:00 se puede escuchar la música en vivo de restaurant cercanos, que la verdad no nos molestó, si el último día (de 4) nos llevaron tapones para los oídos (no los habíamos pedido). Nos hospedamos en este hotel hace dos años y, por la buena experiencia, decidimos volver en familia. La atención en la recepción y del personal en general fue siempre amable y atenta. La coctelería y el servicio de comida en el restaurante son buenos, y cuentan con un menú de tres tiempos por $20.000 (sin incluir bebidas). El restaurante está abierto hasta las 22:00. El desayuno es adecuado, pero no destaca. Dado que tienen cocina, podrían ofrecer opciones como pan prensado u omelets. Actualmente, el pan se acompaña de lo básico: queso, jamón, salame, mermelada, y también ofrecen huevos revueltos. La fruta es fresca y lo mejor son los jugos naturales de frambuesa, mango y naranja. En cuanto a opciones dulces, hay galletas y queques. Para el desayuno, solicitan confirmar el horario el día anterior, lo cual puede resultar un poco estresante, especialmente cuando se está de vacaciones y se busca mayor flexibilidad por la mañana. Si el desayuno se sirve de 7:30 a 10:30, sería más conveniente tener la libertad de llegar dentro de ese rango de tiempo sin necesidad de una confirmación previa El jacuzzi rico, lo ocupamos varias veces, recomiendo mayor mantención (hojas). Las piscinas con el agua extremadamente helada y creo que no es el punto fuerte del lugar ya que me pareció que no le habían realizado mantención al entorno de a piscina más grande (maceteros sin plantas y deteriorados, cojines de las reposeras desteñidos), nos impresionó el lugar más la primera vez que esta segunda. Las habitaciones son amplias y muy cómodas. Si no cuentan con TV, solo sugeriría cambiar las estufas a gas empotradas por eléctricas, por motivos de seguridad. Lo mejor de la estadía es llegar a una habitación bonita, limpia y espaciosa, con una agradable terraza, y tener la comodidad de poder pedir hielo o algún alimento en el restaurante.