Posada El Prado Mayor

Esta posada es excepcional. El edificio, en piedra y madera, es precioso y todo está cuidado al mínimo detalle haciendo de la estancia un lugar del que no te querrías ir. Todo guarda una estética de antigua casa señorial: suelos, paredes, muebles... Tiene una preciosa galería acristalada, un espacioso porche, un salón con chimenea y sala de lectura y un bonito y cuidado jardín. También dispone de una huerta de tal manera que las verduras que comes son de allí. La atención es excelente. La dueña es encantadora. Los desayunos abundantes y todo con productos locales: miel, quesos, repostería, yogur.... Allí, se para el tiempo Es de esos "lugares con encanto", nada artificioso pero sí elegante. Es totalmente recomendable y, sin duda, un sitio para repetir.

Estancia perfecta, con una muy buena relación calidad-precio. Hotel acogedor y confortable, y con muy buen servicio. Sencillo, pero excelente, al igual que la cena y el desayuno. Lo recomendaría sin duda. El único pero es que en el pueblo no hay ninguna otra opción para cenar y comer.

Todo fueron aspectos positivos en nuestra estancia de cuatro días en la Posada. Habitación confortable, amplia y con camas muy cómodas. Todo el alojamiento rodeado de detalles de buen gusto. Un salón con chimenea ideal para el recogimiento, la lectura o el juego. La gestión de Olga se nota en el orden, en la limpieza. y destaca en los excelentes desayunos y las cenas ligeras pero llenas de sabor, aprovechando en ambos casos alimentos naturales con apoyo en el cuidado huerto. La ubicación es idónea para conocer la preciosa zona de las Merindades, e incluso desde la Posada se pueden comenzar estupendos paseos si se desea abandonar el coche. Y todo este lujo a un precio muy razonable, especialmente vistos los estándares actuales de la hostelería.

Cuando se pone cariño y gusto en lo que se hace, en este caso regentar un hotel rural, el resultado es el disfrute y las ganas de repetir de los que allí nos alojamos. Enhorabuena por tener un establecimiento así, fueron unos días perfectos en la zona de Ojo Guareña

El edificio de la posada y su jardín-huerto son una preciosidad. Las habitaciones amplias, las camas supercómodas. Ni qué decir tiene que no se oye ni un ruido (miento, un autillo por la noche). Olga es la amabilidad y el buen hacer personificado. Te hace sentir como en casa. Estás deseando que llegue la hora del desayuno para ver con qué te sorprende (bizcocho casero, galletas caseras, mermelada de ruibarbo del huerto, grosellas del huerto). La comida no puede ser más sana (las verduras recien cogidas del huerto). Y qué decir de los postres de la cena, imposible resistirse a ellos. Si quieres visitar Las Merindades toma como centro de operaciones esta posada, no te arrepentirás

Hemos pasado unos días inolvidables. La estancia limpia, las cenas fenomenales y los desayunos inmejorables. Olga una mujer acogedora al máximo, con un basto conocimiento de su región (y del resto de España) que te indica que visitar y como. Como digo un encanto.