Guest User
July 8, 2025
Este hotel rural, situado en un enclave privilegiado de la costa, tiene sin duda muchos puntos fuertes. El entorno es espectacular, el edificio tiene alma, y el interior invita a la desconexión: sofás Chesterfield, biblioteca, partidas de ajedrez, un bar que sirve cócteles inspirados en recetas medievales… Una propuesta curiosa, diferente e insólita. Los fines de semana hay clases de yoga, y el spa —aunque pequeño— es acogedor y muy agradable. El servicio, por su parte, es excelente: amable, atento, impecable. En ese sentido, nada que reprochar. Ahora bien: vayamos al grano. El precio. Fuimos fuera de temporada, y aun así, el coste de la habitación nos pareció alto. No es que no lo valga, pero la relación calidad-precio invita a cierta reflexión. Otro punto a tener en cuenta: no hay piscina. Y en un entorno tan natural y soleado, se echa de menos. Un detalle importante si vienes buscando una experiencia de descanso más completa. En definitiva: un hotel con mucho encanto y personalidad, pero que quizá no termine de justificar su precio.
Translate